Hay claras dificultades a la hora
de instaurar el Counseling como una profesión en Argentina. Esto es debido a la
novedad de la propuesta en parte, aunque también existen infinidad de factores
políticos y económicos.
En principio tras haber atravesado
el estudio de la carrera de Counseling (específicamente Técnico Superior en
Consultoría Psicológica en la Universidad Maimónides), no tengo dudas de
la necesidad social de profesionales con una preparación del tipo técnica y que
hayan adquiridos una mirada distinta al enfoque médico tradicional de la
psicología en sus diferentes bases epistemológicas, es decir el modo de estar
con un “otro” y la actitud que resulta de la mirada del Counselor.
Como es sabido el Counseling
deviene de las teorizaciones y prácticas del reconocido psicopedagogo y
terapeuta Carl Rogers en Estados Unidos a partir de la década del 30, aunque en
nuestro país ha adquirido una formación diferente, ya que no es una
especialización de posgrado universitario sino más bien una formación que en la
actualidad está mayormente como de educación terciaria o a partir de la primera
universidad en integrarla como Tecnicatura Universitaria de pregrado con
enfoque sistémico, comienza así a encaminarse en una dirección más
profesionalizante con el requerimiento de mayor cantidad de horas cátedra de
estudio.
En función de lo que he podido observar en el
ámbito del Counseling se estima que debe haber entre 4500 y 6000 dicen algunos,
Counselors recibido y unas decenas de instituciones donde se dicta la carrera
con diferentes grados de exigencias, pero todas inscriptas dentro del ámbito
del Ministerio de Educación de la Nación en
sus respectivas resoluciones número 212/98 para el Enfoque Centrado en la
persona y 310/01, para el modelo sistémico.
Desde la primera camada de Counselors egresados en 1989 se instala como una “profesión de ayuda” en principio desde el enfoque Centrado en la Persona, que resulta ser la base para relacionarse con un consultante, con una actitud moderada por la aceptación incondicional, la autenticidad y la escucha activa; sustentado desde el marco epistemológico por la psicología humanística, la antropología, la sociología y la filosofía existencial, entre otras fuentes.
Las incumbencias del título parecen ser aún un poco difusas como para poder
encuadrar la profesión de modo tal que se obtenga una matrícula, regulando así
el marco operativo, jurídico y legal, motivo por el cual tal vez aún no se haya
conseguido matricular a los Counselor, ya sea en educación, acción social o
salud, como auxiliares de la promoción de la salud y prevención de enfermedad,
aunque claro está sin que sea relacionado con la cura de ningún tipo, campo
ligado a la psicología, pero donde podría aportar interdisciplanariamente.
Las resoluciones ministeriales que avalan la carrera de tres años (y uno más de especialización en algunos casos), se encuadra dentro del ámbito de la educación, aún cuando su praxis está íntimamente ligada a la promoción del bienestar y la salud mental, como también al crecimiento personal y espiritual de modo que se prevenga el malestar bio-psico-social.
En 1991 se crea la Asociación Argentina de
Counselors para dar entidad a todos aquellos egresados de las diferentes
instituciones y con los objetivos de difundir y promover el Counseling,
proponer modos de actualizar y capacitar constantemente, velar por la calidad
del ejercicio profesional, llevar adelante la jura del código de ética, la
investigación y el asesoramiento de los profesionales entre otros. Resulta
sumamente llamativa la poca convocatoria de la asociación, teniendo en cuenta
que entre un 10 y 20 % del total de Counselor egresados en la actualidad permanecen
como socios activos de la misma, aún cuando el costo de pertenecer es ínfimo.
Quizá no se haya logrado hasta el momento
acompañar las necesidades e intereses de la amplia mayoría de Counselors que no
participan de dicha asociación, aunque en el Tercer Congreso Argentino de
Counseling que se llevó a cabo en la legislatura porteña, la masiva
participación de unos 3000 concurrentes aproximadamente, demuestra sin lugar a
dudas el interés generado desde la Asociación.
También llama poderosamente la atención que sea
una minoría entre todos los profesionales los que explícitamente manifiestan
haber logrado una masa crítica de consultantes como para considerar que
trabajan full time como Counselors. En la gran mayoría de los casos, o bien, no
se requiere de un ingreso por los servicios de consultoría, ya sea por haber
ingresos económico de otros integrantes de la familia o no necesitar en el
hogar contar con el mismo; lo que predispone al Counselor a trabajar ad honorem
(distinto a voluntariado), o a cambio de aranceles reducidos y en forma
esporádica, lo que implica un lento proceso hasta capitalizar la práctica y
supervisión, requeridos para ir afianzando así al profesional en Consultoría.
Resulta interesante observar también que muchas
de las personas (mayoritariamente mujeres), ingresan a las instituciones en la
búsqueda de un crecimiento o proceso personal sin intención de trabajar después
como Counselors (opción sumamente válida y efectiva), lo que sin dudas
disminuye la cantidad de profesionales que tienen la necesidad de formalizar un
espacio de trabajo para ganarse la vida. Confío que con el ingreso de jóvenes
al estudio de la carrera y la formación académica universitaria, el perfil y la
necesidad de generar ingresos sustentables, acompañe el devenir de la
Consultoría psicológica en una profesión de la cual muchos puedan vivir y
alimentar a sus familias.
Sin lugar a dudas el creciente número de personas
que encuentran en el Counseling una voz concordante con su búsqueda personal
y/o profesional sigue creciendo raudamente cada año y en consecuencia se hace
perentoria la necesidad de promover investigaciones que puedan dar cuenta de
los resultados obtenidos y los espacios donde el Counseling resulta muy eficaz.
Parte de esta tarea debería estar en manos de la Asociación Argentina de
Counselors.
Hasta el momento podemos aseverar sin dudarlo que
quienes han encontrado una interesante rentabilidad en el Counseling son las
diversas instituciones que dictan la carrera, y resulta intrigante que no
logren observar que facilitar un espacio de despliegue profesional para los
egresados, es tan importante como la capacitación de los alumnos. Eso es algo
que se lograría invirtiendo parte de los ingresos o rentabilidad en
investigación y fundamentación de la práctica del Counseling (con Counselors
rentados), y al mismo tiempo difundir la carrera, no solo para captar
interesados en cursarla, sino también para insertar su práctica en la sociedad.
Hay quienes manifiestan obtener un sueldo desde
la práctica del Counseling, aunque en caso de que ese ingreso sea por trabajar
en las instituciones de enseñanza no estamos hablando estrictamente de
Counseling sino más bien de docencia que son actividades muy diferentes.
Si bien es cierto que algunos grupos de Counselor
han podido establecer un espacio de trabajo y les va muy bien, (ya sea en forma
individual o grupal), no podríamos decir que es la amplia mayoría y en todo
caso está más vinculado a relaciones preexistentes, vínculos profesionales
desde otra profesión, o en algunos casos por características de la personalidad
de algunos Counselors que llegan a imponer su marca personal en el hacer, pero
parece que el modo de abrirse camino y generar nuevas oportunidades a la hora
de trabajar, es una falencia en la educación de los Counselors en general, ya
que no solo de teoría vive el hombre.
Es cierto también que hay una actividad
corporativa de parte de muchos psicólogos que ante la frustración de no poder
sustentarse con una profesión tan demandante (en horas de estudio), como la del
psicólogo teme que gente (Counselors), preparada para la prevención de
dificultades “psi” y la promoción del crecimiento y bienestar, interfieran con
el potencial grado de malestar social y sus posibilidades de intervención como
médicos, ya que si se logra trabajar preventivamente con eficacia disminuiría
la cantidad de pacientes enfermos y por supuesto puede ocurrir que al ser el
Counseling una profesión que manifiesta su impacto “aquí y ahora” en procesos
breves (unas 10-12 sesiones en promedio), sea elegido por más personas que no
requieren de una profunda reestructuración psíquica.
Algunos de los inconvenientes se evidencian a
leer difusiones en Internet de la Asociación de Psicólogos de Buenos
Aires con comentarios como: …“Que en la Ciudad Autónoma de Buenos
Aires hay un auge y proliferación de estudios con la denominación o
categorización de “tecnicaturas” y también de divulgación con pretendido nivel
formativo, referidas a áreas o prácticas que realiza el psicólogo en distintas
áreas o campos”…//… “Que una formación deficiente o inadecuada de los
conocimientos de la psicología atenta contra la salud, el bienestar y la
calidad de vida de la población usuaria poniendo en riesgo directo a la misma,
ya sea por diagnóstico desacertado o por intervenciones mal realizadas.”…//…“La
existencia de un Colegio de Psicólogos en la CABA o institución legal
que detentará el poder de sancionar estos hechos, que conllevan a la
desjerarquización de la profesión, posibilitaría un mejor control de estas
“ofertas” y sobre quienes ejercen los “saberes” aprendidos en dichas
formaciones.”…//…“que habiendo comprobado que hay psicólogos/as y
licenciados/as en psicología docentes y/o propietarios/as de dichos lugares de
“formación”, entiende que los mismos incumplen el Art. 5 inc. 5.1.6 y
concordantes del Código de Ética Nacional.”
Es absolutamente comprensible el miedo al
solapamiento de incumbencias según la mirada de los psicólogos, aunque tengo
serias dudas que estás no puedan ser claramente delimitadas con posibilidades
concretas de espacios propios, alineados con la formación del Counselor (por
supuesto la obtención del título es solo el requisito mínimo, pero no
suficiente para ayudar) y precisamente ahí donde se encuentren (Psicología y
Counseling) en la praxis, me parece sano que sea el consultante, cliente (o
según un psicólogo paciente), quien tome la decisión libremente sobre a quién
consultar, siempre y cuando no exista una patología o enfermedad mental de
base, para lo cual el Counselor está obligado a derivar y capacitado para
reconocer durante un proceso de Counseling.
Tampoco imagino, debe ser ajeno al saber popular
que un título por si mismo no garantiza idoneidad, he podido oír relatos y
observar “resultados” de consultas psicológicas donde actos de iatrogenia
impiden el mejoramiento e incluso debido tratamiento del paciente.
Otra cuestión que me intriga sobremanera está
relacionada con la impulsividad y fundamentalismo con que la UBA se
adhiere al psicoanálisis (personalmente lo considero excelente en otro contexto
y momento sociohistórico), y no explora otras líneas epistemológicas que
aparecieron después, con el avance de las neurociencias y también efectivas en
los tiempos modernos. Incluso, algunos egresados recientemente de la carrera de
psicología de la UBA, no manifiestan gran entusiasmo al confesar su
formación psicoanalítica y se vuelcan a la búsqueda de teorías como el
cognitivismo, el constructivismo, la narrativa, el posconstructivismo
racionalista, la sistémica, la gestalt y demás, en diferentes posgrados. Es
conocido por todos que el Psicoanálisis ortodoxo es poco utilizado en el mundo
actual en otros países y resulta, si bien interesante e indicado para algunos
pacientes, aparentemente inútil en otros casos por dificultades de tiempo, dinero,
necedades de resolución inmediata o de personalidad.
Yo creo que hay espacio para todos en la ayuda a personas, en un tiempo tan complejo y caótico, donde la alienación posmoderna, mercantilista, el vació existencial y de valores sociales que siente en las actividades cotidianas la gente, requiere de la complementariedad de distintas miradas y formas de abordar las situaciones, las dificultades o problemas.
Hay distintas formas de construir el edificio más
alto, una sería trabajando para levantar el propio, la otra destruyendo todo lo
que está alrededor. Considero que si un profesional es idóneo y eficaz en su
práctica laboral no debería necesitar el ataque como elemento de construcción
profesional, en definitiva la competencia debería ser con uno mismo, por
superarse (ayornarse) y, no con otros profesionales que puedan ofrecer
servicios similares aunque desde ya, no los mismos.
Del mismo modo que existen Counselors con
limitada preparación, hay psicólogos (no olvidemos a Jorge Corsi: “la pedofilia
no es delito”. Fuente: Diario Perfil), que cubren con un manto de duda a tantos
otros. Por otro lado hay Psicólogos excelentes, responsables y muy
profesionales que realmente les resuelven la vida a muchísimas personas que
atraviesan dificultades, como así también Counselors con una sensibilidad
exquisita.
Algunas obras sociales están considerando la
utilización del servicio del Counselor y parece ser bastante eficaz
preventivamente, como modo de intervención temprana, antes de caer en algún
estado de enfermedad, logrando así evitar la erogación de recursos para la cura
desde las prestatarias.
En resumen considero importante poder generar una Licenciatura en Counseling en Argentina que permita la integración y acabado de grado, para la práctica del Counseling que difiere tanto de la psicología clínica y que puede ser perfectamente definida en sus incumbencias, tal vez sin el fantasma del peso corporativo de algunos psicoanalistas y asociaciones de psicólogos, (que también cae sobre la Psicología Social).
En resumen considero importante poder generar una Licenciatura en Counseling en Argentina que permita la integración y acabado de grado, para la práctica del Counseling que difiere tanto de la psicología clínica y que puede ser perfectamente definida en sus incumbencias, tal vez sin el fantasma del peso corporativo de algunos psicoanalistas y asociaciones de psicólogos, (que también cae sobre la Psicología Social).
Sería deseable que pueda dirigirse el Counseling
a consolidar un verdadero perfil profesional con sus incumbencias claras, dando
así génesis a una matrícula que permita el desarrollo de las prácticas de
consultoría, la obtención de seguros por mala praxis (necesario en una sociedad
tan litigante) y demás, sin necesidad de enfrentar profesionales con
profesionales y asociaciones con otras, como cuando los psicólogos tuvieron que
despegar de la comunidad psiquiátrica o médica. Parece ser que “la historia vuelve
a repetirse”.
Mucho camino por recorrer, diversas formas de
encuentro y colaboración deberían surgir de las necesidades de la gente que
busca ayuda para sus situaciones intrapsíquicas, familiares, vinculares o
sociales, desde donde pueden articularse diferente tipo de intervenciones,
propuestas y tratamientos.